¡Ya los tambores husmearon la parranda!

La gaita limpia su garganta ruda,

y en el momento en que se queda muda

la turba que presencia la cumbiamba,

un ritmo nace, gime, ruge y llora,

en medio de la cumbia excitadora

rompiendo el redondel de la plazuela.


El cerco humano se apretuja y suda.

Y al salir airosos los compases sueltos

de la piel que los tenía en el alma,

un ritmo ardiente en las entrañas prende

la epilepsia negra; y las espermas,

levantando el toldo que la noche extiende,

se quedan en los brazos

como sangre blanca coagulada.


Un compás, dos, tres compases

arrancan a la hembra que se quedó embrujada

en medio de la hoguera rítmica surgida

de los abismos lujúricos del canto.

Y cual una tigre en celo

saltando el cerco la mozuela enhiesta

parece sumergirse en el voraz incendio

de las velas; y mientras deja pasos


bordados en la arena,

presiente la caricia del parejo

que viene trayendo en su cintura

una serpiente envuelta que envenena.


Son los cuerpos en fuga que se pierden

detrás de los caminos de la sangre;

sombras agónicas que anhelan

la paz de los remansos

para arrancarse la punta del martirio

que el blanco les clavó en la frente,

y les hizo derramar el alma

a fuerza de esprimirles las espaldas.


¡Gaitas y tambores!

Antiguos trovadores de mi raza.

Esta noche de cumbiamba cantan

con el pecho en llamas,

porque los negros sienten

rugir en sus entrañas

jaguares que presienten

juncales misteriosos,

en donde un día el negro fuera libre

como el lucero que rasga

la epidermis de la noche.


¡Gaitas y tambores!

Artistas de la noche siempre.

Tu ritmo lleva sangre en los compases,

y son tus melodías, rudo gesto del indio

que reclama su forma en el espacio,

también eco dormido del andaluz poeta.


¿Por qué gimen tus cueros, negro,

cuando cantas?

¿Por qué llora tu gaita, indio

cuando tocas?

¿Por qué te crucificas en el són, blanco,

cuando bailas?

Y estas voces de mi raza me responden:

¡Ay, mi madre!

¡Porque llevo en el alma

mil perros que me arrancan las entrañas!

…………………….

Libro: Del Sinú y otros cantos