Vivo al sur, y en el sur las mujeres son meros objetos, niñas lindas con vestidos manchados, reinas populares, amantes de un prestamista.
mujeres que comparten al marido con el mismo asco con que se comparte un cepillo de dientes.

Aquí, donde los niños juegan a imitar al norte, escondiéndose y buscando para dar su primer beso, el amor no es más que un sueño de telenovelas, porque no queda tiempo para inventarlo entre tantos recibos sin pagar y tanta orfandad.

En el sur las mujeres no conocen el amor, no quieren ser Madame Bovary, prefieren someterse, renunciar; las “afortunadas”, las que tienen intenciones doctas, se vuelven amantes de un poeta misógino que recita a Novalis cada vez que quiere hacerles el amor… y las anula para siempre.

 ELA CUAVAS